Mientras que la vieja sociedad sufría de
un espíritu patriarcal, a veces agobiante, la nueva sociedad desvaloriza, por el
contrario, la idea de virilidad y empuja al rechazo de la figura paterna. Las
patologías dominantes de nuestro tiempo ya no se caracterizan por el peso
excesivo de lo prohibido sino por la falta de límites y el auge del narcisismo. Leer artículo