La cuestión del origen del nombre de los germanos es una de las más complejas a la que los filólogos y los historiadores de la Antigüedad se enfrentan. Las fuentes relativas a la formación y difusión del etnónimo germani revelan múltiples dificultades de interpretación. En las fuentes sobre la etnografía antigua hay que mencionar el testimonio de Tácito en su Germania: el historiador latino afirma, en efecto, que el nombre de germani, relativo, en principio, a un grupo de cisrenanos originarios de la ribera derecha del Rin, habría sido progresivamente adoptado por el conjunto de tribus vecinas. Pero el análisis del texto de Tácito sigue siendo controvertido. Por otra parte, Julio César, en la Guerra de las Galias, evoca la existencia de los germani cisrhenani, según las informaciones transmitidas a Roma por los embajadores de los remi, un pueblo belga próximo a la Galia céltica.
Los pueblos germánicos nunca usaron el nombre de germani para autodesignarse. Empleaban, generalmente, el resultado del germánico común *þeudiskaz, “del pueblo”, adjetivo formado sobre *þeudō, “pueblo”, derivado a su vez del indoeuropeo *teut-eh₂-, “tribu”: de este término procede, por ejemplo, el alemán deutsch y el gótico þiudiskō. La forma singular del indoeuropeo *teutonos está en el origen de la palabra gótica *ϸiudans, literalmente “(jefe) de la tribu”, por intermediación del germánico común *ϸeudanaz. Se encuentra también, indirectamente, en el origen del antiguo francés tieis, tiois (femenino tiesche), que designa de manera genérica a toda persona o pueblo de lengua germánica, así como el francés tudesque y el italiano tedesco para designar a los alemanes, por intermediación del latín medieval theudiscus. Por otra parte, el germánico común *ϸeudō está emparentado con el derivado *ϸeudanōz (del indoeuropeo *teutonōs, “los de la tribu”), nombre tribal traspasado al céltico y después latinizado en teutoni. De ahí pasó al francés con el nombre de los teutons y el adjetivo teutonique, empleados en el pasado en el sentido de “germánico”.
Las interpretaciones etimológicas del etnónimo germani son innumerables. Es el caso, por ejemplo, de la que hace derivar el nombre de los germanos como designando a los “hombres con lanza” (Ger-Männer), o los “hombres del ejército” (Heer-Männer). Las homonimias fortuitas pueden ser tanto más frecuentes en cuanto existen diversas raíces indoeuropeas susceptibles de conducir a un radical Ger- o Germ-. Otro caso es el de las etimologías latinas, también muy problemáticas, que reenvían al adjetivo latino germanus (“verdadero, auténtico, de la misma sangre, hermanos”), a cuya ambigüedad y confusión contribuyeron los autores antiguos. No obstante, hay que reconocer que el nombre de “germanos”, cualquiera que sea su origen, solo se impuso cuando un número relativamente limitado de pueblos germánicos tomaron contacto con el mundo romano.
Por último, la tesis más reciente es la del origen céltico del nombre “germanos”, pero las interpretaciones etimológicas son más que dudosas: desde las interpretaciones fundamentadas en la hidronimia alpina que harían derivar el nombre de “germanos” de una raíz que evocaría la idea de “ruido, rumor o rugido” (desmentida por el estudio hidronímico indoeuropeo de Krahe) a una presunta traducción céltica del pueblo de los ingvaeones con el significado de “los aulladores” (o “los hombres del dios aullador”), hasta la más reciente que hace derivar el nombre de los germanos de una palabra celta no atestiguada, Germano-, heredera, a su vez, de una forma más antigua que se remontaría al indoeuropeo occidental: se trataría de un nombre forjado, a finales del II milenio, a partir de la raíz ĝher (“desear”), eventualmente alargada en –m y completada por el sufijo -mºno-, con el sentido genérico de “llenos de ardor” (en combate).
También se han avanzado etimologías germánicas. Así, por ejemplo, la que hace derivar el etnónimo germani de una raíz germánica ger-, significando “cercar” (indoeuropeo gher, “coger, invadir”, con forma alargada gherdh-); los germanos serían entonces, literalmente, “los hombres de nuestro cercado”, es decir, “los hombres de nuestra tierra”. Otra teoría identifica el etnónimo germani con una forma de participio construida a partir de la raíz gher (“distinguirse”), por lo que los germanos serían “los excelentes”, “los sublimes” (die Erhabenen). Otra intenta restituir una forma ga-ermanōz, asociando un prefijo ga- a la raíz irmin-/ermana-, expresando la “totalidad”, por lo que el nombre de germanos designaría entonces a “los que pertenecen al conjunto” (en el sentido de das Gesamtvolk). La última hipótesis se apoya en el parentesco etimológico entre el etnónimo germani y el nombre de la diosa Garmangabis (que figura en una inscripción votiva grabada hacia el año 240 por auxiliares suevos). El elemento –gabis implica aquí la idea del “don”, como es el caso de otras inscripciones de nombres de divinidades femeninas. El elemento garman- asocia al sufijo indoeuropeo –men-/-mon-/-mn- (latín, germen) la raíz ger- (indoeuropeo gher) con el sentido general de “lo que es deseado” (das Begehrte). En cualquier caso, la existencia de estas inscripciones atestigua la existencia de un elemento léxico garman-/german- (explicado probablemente por la influencia de la pronunciación del latín y la deformación provocada por la presencia de un substrato céltico) en las lenguas germánicas al principio de nuestra era, con independencia de cualquier referencia al etnónimo germani.
Para terminar, podemos lanzar una interpretación final, pero no definitiva. El nombre de los germanos estaría en el origen de “un pueblo particular” y no de “una familia de pueblos” (nationis nomen, non gentis). La “pequeña nación” (Einzelvolk) de los germani no sería equivalente a las poderosas “gentes” (Stammesgruppen) mencionadas por Tácito. Este nombre de germani habría prevalecido progresivamente (evaluisse paulatim), es decir, en el espacio de tiempo que separa la aparición de los primeros germani con la época de César. Es decir, una población de origen transrenano que, al parecer, penetró brutalmente en la ribera izquierda del Rin en una época antigua, sin duda anterior a la invasión de los cimbrios, habría sembrado el terror entre la población céltica local, de tal forma que esa impresión duradera habría atribuido el nombre del agresor (germani) a todos los grupos étnicos emparentados. Estos últimos habrían descubierto progresivamente el uso de esta denominación colectiva, nueva para ellos mismos. Al principio de sus primeras campañas en la Galia, César tomó conciencia de la existencia de un amplio conjunto germánico, del que sus informadores celtas le habrían transmitido la idea y el nombre. Ni griegos ni romanos parecen haber integrado en sus vocabularios el nombre de los germanos antes del último siglo antes de nuestra era. En cualquier caso, César parece haber sido el primero en elaborar la idea de una Germania distinta del mundo celta. Los propios germanos reservaron, sin duda, el uso del etnónimo germani, del que nos ha llegado en su forma latina, a sus contactos con el área de influencia romana. El origen etimológico del nombre germani, frecuentemente confundido en las fuentes antiguas con el adjetivo latino germanus, reenvía probablemente a una forma germánica antigua, según se ha expuesto anteriormente (que es la interpretación más satisfactoria hasta la fecha, según las teorías de Rudolf Much y, después, de Günter Neumann).