La oligarquía rechaza las raíces cristianas de nuestra civilización. Durante la redacción del tratado de la Constitución europea, se rechazó que se hiciera referencia a estas raíces y la simple evocación de las mismas suele atraer todas las iras en nombre del dogma de la laicidad. Sin embargo, la historia, la cultura y el espíritu de las naciones europeas están impregnados de cristianismo, prueba de que este último es un elemento determinante de nuestra identidad. Leer artículo ⇰