El
electorado populista coloca todas sus esperanzas en un líder carismático que se
cree capaz de luchar contra todo un sistema, lo cual todavía aumenta más su aura.
Esto tiene un riesgo: el populismo cae fácilmente en la trampa sectaria,
entregado a una figura más o menos titánica, lo que responde a la gran sencillez de una corriente
de ideas que no es una doctrina ni una ideología, más bien una
adición de reacciones, a veces contradictorias, que ni desean ni se benefician de las aportaciones teóricas de los intelectuales. Leer artículo ⇰