El islam no rechaza el comercio y la propiedad individual. El mismo Mahoma encontró ayuda en las riquezas de Jadicha, su primera esposa, que dirigía un importante red comercial de caravanas. El Corán enseña, por otra parte, que las "riquezas y los niños" son unos "adornos" (XVIII, 44) que tienen una "utilidad" para quien llega a Dios con un "corazón recto" (XXVI, 88). ¿Será la riqueza el signo de una bendición divina? En tierra de islam, el Mercado no es contrario, por lo tanto, a la Mezquita. Al contrario, "históricamente y doctrinalmente", subraya Alexandre del Valle, "el islam no ha sido nunca un obstáculo al capitalismo".
Hoy existe una importante oligarquía islámica
La flexibilidad del islam en materia económica y financiera ha permitido la creación de "bancos islámicos" que se diferencian muy poco de los bancos capitalistas clásicos. Encontramos bancos islámicos en numerosos países: Indonesia, Malasia, Arabia Saudí, Sudán, Kuwait, Jordania, Irán, Turquía,... igual que en Suiza, Reino Unido o Australia. Existe una influyente Casa del Dinero islámico (en Arabia Saudí) y desde 1977 una Asociación internacional de bancos islámicos.
La compatibilidad del islam con el capitalismo explica la emergencia de una clase oligárquica en los países musulmanes. Sin hablar de los miles de millones del petróleo, podemos citar a los Khoury, Bin Laden, Kharafi o los Sawiris. Estos han construido imperios industriales y financieros que operan a nivel mundial y se extienden a numerosos sectores: la construcción, compañías aéreas, instituciones financieras, turismo, hostelería, restauración, ocio, telecomunicaciones o medios de comunicación. Si analizamos las diez fortunas mayores en manos de musulmanes podremos observar que estos últimos invierten como sus homólogos occidentales en todos los sectores estratégicos. Esta clase de oligarcas musulmanes participa cada año en un Foro económico islámico mundial, llamado también el "Davos islámico". Este foro reúne a los tomadores de decisiones, los financieros y las grandes fortunas del mundo musulmán. Muchos de ellos participan también en el Davos de Suiza: cuando se trata de dinero, la unión de las oligarquías trasciende las fronteras nacionales y religiosas.
El capitalismo islámico y el capitalismo occidental ya han operado su unión
Los dos capitalismos han realizado su unión desde hace varios años. Significativamente, la City acogió en Londres el 9º Foro islámico mundial (2013). Este evento fue el verdadero propulsor de la integración de la finanza islámica en la industria financiera occidental. Esta integración significa concretamente y oficialmente que el sector financiero occidental acepta y reconoce los principios religiosos que fundamentan las finanzas islámicas. Desde 2013, la Bolsa de Londres lanzó las "obligaciones islámicas" (los Sukuk) junto con unos títulos conformes a los preceptos del Corán. Bruselas y París no tardaron en seguir el ejemplo británico o, incluso, a precederlo. Así, Francia ha acordado adaptaciones fiscales en favor de las finanzas islámicas. Un banco como el Crédit Agricole "especialista reconocido de las finanzas islámicas" (sic) propone "una gama completa de productos y servicios conformes a la sharia".
Hoy en día, las universidades como la Escuela de Negocios de Lovaina (Bélgica) permiten obtener un "certificado de universidad en finanzas islámicas", un diploma de "alto valor añadido", parece ser, que incluye la enseñanza asumida de la sharia y de la ética islámica (teniendo en cuenta que la Universidad de Lovaina es una "universidad católica"). Otras, como en Frankfurt, hacen de sus estudiantes unos "Expertos diplomados en microfinanzas islámicas" y en Francia, la escuela ESH de Paris le enseñará la ley coránica de forma que usted obtenga un "certificado de finanzas islámicas".
En resumen, se acoge con los brazos abiertos a la sharia en lo que constituye el meollo del poder oligárquico hoy en día, es decir, el sector bancario y el financiero- Para la oligarquía, la ley islámica constituye menos un obstáculo que una oportunidad real de enriquecimiento complementario y es una verdadera alfombra roja que la "élite" desenrolla a los "productos financieros conformes a los principios de la ley coránica". La sharia, que penetra por el mundo de la calle, llega también al de los negocios. ¡Por arriba y por abajo!
Oligarquía occidental y oligarquía islámica tienen el mismo problema: el control de las poblaciones
El problema de las oligarquías no es tanto convertirse en más ricos y más poderosos sino continuar siendo ricos y poderosos. Un oligarca no está nunca a salvo de una revolución, una nacionalización o incluso de un problema con la justicia. La problemática oligárquica central es, pues, el control: control de las instituciones, de los políticos, de la "violencia legítima", de la Justicia pero, también y sobre todo, control del pueblo.
Pero no puede controlarse lo que es incierto. Solo se controla lo que es previsible. Sé que yo controlo mi vehículo porque sé que, cuando frene, va a pararse. Controlar una población consiste en reducir al máximo las incertitudes en cuanto a su comportamiento. Desde este punto de vista, las oligarquías occidentales e islámicas controlan a sus poblaciones siguiendo formas muy diferentes, según la naturaleza y la historia de esas poblaciones.
La oligarquía occidental controla mediante el desorden
Por razones debidas a la historia y a una cultura de la libertad que impregnan profundamente la identidad de los pueblos europeos, la oligarquía solo puede dominarlos mediante la obligación. Si no, no podría sostenerse en el tiempo y se terminaría invariablemente en una revolución. Para controlar los pueblos etno-europeos y protegerse de sus instintos revolucionarios de libertad, obligatoriamente había que volverlos previsibles. Y la mejor forma de hacerlo era destruirlos. En Francia, esta tarea fue subcontratada en la República, una obra de ingeniería social. Brevemente, diremos que la República-Sistema rompió las antiguas estructuras que hacían que el pueblo fuera un todo para reducirlo a una suma de individuos. Fue un derribo controlado. La sociedad ordenada de antaño (el edificio con sus pisos, sus pasillos y sus habitaciones) fue sustituido por una sociedad del desorden, una sociedad donde todo se mezcla en el caos absoluto. Reducida a un agregado de individuos disociados, el pueblo ya no existe y no puede resistir al poder oligárquico. Es tan previsible como puede serlo un cadáver: ¡continuará descomponiéndose!
La oligarquía musulmana controla mediante el orden
En cuanto a la oligarquía islámica, nunca ha buscado el destruir los pueblos musulmanes para controlarlos. Hay una razón para ello: ¡es inútil! Las poblaciones orientales tienen un largo pasado de sumisión a los déspotas en el poder total y arbitrario. Esquilo ya decía que los pueblos orientales de Jerjes eran tratados como unos "rebaños humanos" (los persas). Aristóteles subrayó más tarde que los orientales "tienen costumbres más serviles por naturaleza que los griegos". A lo largo de la historia, los regímenes instalados en tierra islámica (califatos, sultanatos, monarquías, regímenes laicos) siempre se han distinguido por su brutalidad y el poco caso que hacían a la vida humana.
Hoy en día, las sociedades musulmanas están obligadas por la norma religiosa. Esta enmarca todos los momentos de la vida de un musulmán y no le deja teóricamente ningún espacio de libertad. Una sociedad musulmana es, por definición, una sociedad bajo control. Desde un punto de vista oligárquico, es inútil imponer más obligaciones a una sociedad que ya vive de forma natural y servil en estado de obligación. Es suficiente con adjudicar el control de esta sociedad a la norma religiosa sobre todo si esta, a nada que se respeten sus principios, es compatible con el capitalismo oligárquico. En resumen, la oligarquía islámica se apoya en un orden natural que la conforta (el orden islámico) mientras que la oligarquía occidental se apoya en un desorden artificial que la protege (el desorden "democrático"). La cuestión es: ¿podría la oligarquía occidental apoyarse en el día de mañana sobre un orden islámico?
Todo no es hipocresía: ¡Lo que cuenta es el control!
La oligarquía islámica se justifica por su conformidad al islam, como la oligarquía occidental se justifica por su conformidad a los "valores" occidentales (derechos humanos, feminismo, democracia, progresismo social,...). El islam y los "valores" occidentales tienen la misma función: legitimar el poder oligárquico. ¿Dónde está la sinceridad de unos cuando invocan el islam y de los otros cuando recuerdan sus "valores" occidentales? La cuestión puede plantearse, en efecto, ya que puede haber mucha hipocresía y poca sinceridad en esta forma de envolverse en elevadas justificaciones.
Así, la oligarquía islámica pretende respetar la ley coránica. Sin embargo, no duda en saltársela con inteligencia cuando se trata de su interés. El Corán prohíbe, por ejemplo, la usura. Para evitar esta prohibición y seguir siendo fieles a la sharia, el sector financiero islámico ha puesto en marcha diferentes subterfugios más o menos inmorales. Por ejemplo, para un préstamo inmobiliario, el banco compra el bien para su cliente y después se lo revende con un margen que corresponde al tipo de interés. Esto indica claramente que el islam es más una herramienta que permite a la oligarquía de ser aceptada por las poblaciones bajo control religioso más que una palabra divina en la que todo el mundo cree.
De la misma forma, la oligarquía occidental hace como que actúa conforme a las milenarias aspiraciones democráticas de los pueblos etno-europeos. Pero, para ejercer su poder, traiciona estas aspiraciones empujándolos al extremo e individualizándolos: esto genera el "matrimonio para todos" y la sociedad abierta. El discurso sobre los "valores" es también una herramienta de legitimación y de control. Este discurso es hipócrita porque se convierte en un doble discurso. Así, por ejemplo, a la vez que hacen la promoción de la homosexualidad (véase la publicidad de Netflix para San Valentín), la casta sostiene las finanzas islámicas basadas en una sharia que rechaza dicha orientación sexual.
En resumen, la oligarquía islámica no cree en el islam y la oligarquía occidental tampoco lo hace en los "valores" que proclama. Lo que cuenta, tanto para la una como para la otra, es su capacidad de controlar a las poblaciones. Y poco importa las herramientas que servirán para obtener ese resultado. Para la oligarquía, el fin justifica siempre los medios. Fuente: Metainfos.com