“No
es por casualidad que millares de personas son transportadas hacia Europa cada
día. Es un complot de las élites izquierdistas que quieren destruir los Estados
nacionales imponiendo a los europeos su modo de pensar”.
Viktor Orbán no se
anduvo con rodeos durante una conferencia organizada en Budapest por
organizaciones próximas a su partido, el Fidesz. El mandatario magiar acusaba
directamente al millardario judeoamericano de origen húngaro, George Soros, de
inundar de dólares a las ONG izquierdistas y a los pretendidos defensores de
los derechos humanos, europeos o norteamericanos, que colaboran con los
contrabandistas turcos para hacer llegar a cientos de miles de colonos
musulmanes. También señaló, sin nombrarla, a la canciller alemana Angela
Merkel, señalando que no era aceptable invitar a toda esa gente a su país para
luego intentar repartirla entre el resto de países europeos.
“Sin
duda, es George Soros quien mejor encarna la forma de pensar de los militantes
izquierdistas occidentales. El señor soros utiliza su dinero para promover su
propia visión del mundo en más de cien países. Financia una red mundial de
fundaciones, de iniciativas, de proyectos y asociaciones para promover su
visión particular de una Unión europea ampliada y de un mundo sin fronteras”,
explicaba Orbán. Asimismo, calificaba la decisión tomada por Bruselas en cuanto
a la distribución de inmigrantes entre los países miembros, de “solución
liberal, pero no democrática”, advirtiendo que, al final, las élites políticas
no podrán ignorar la voluntad de los pueblos europeos.
Las
ONG derechohumanistas y las mafias del tráfico de inmigrantes son equiparadas
en el discurso del líder húngaro, porque conjuntamente ayudan a los inmigrantes
a franquear las fronteras de forma ilegal. ¿Su objetivo? Apoyar todo aquello
que debilite a los Estados-nación. Orbán precisaba, incluso, el papel de la
finanza internacional: “lo que está tomando forma son los oscuros sueños de
algunos grandes financieros, activistas y funcionarios que no han sido elegidos
por nadie y que piensan fuera del concepto de Estado-nación”. Más todavía:
“Nosotros estamos frente a un complot, una traición, y debemos volvernos hacia
la democracia, hacia el pueblo”.
No
es la primera vez que los responsables de la mayoría que gobierna Hungría desde
2010 señalan con el dedo al millardario George Soros. El diputado del partido
demócrata-cristiano aliado del Fidesz, István Hollik, afirmaba durante una
conferencia de prensa que el millardario progresista en “cooperación con las
organizaciones internacionales y nacionales, alimenta un apoyo financiero en
beneficio de una inmigración clandestina sin límites”. Hollik sugería entonces
que Soros estaba detrás de la ONG izquierdista alemana Welcome to Europe, la
cual “animaba a los inmigrantes a no cooperar con las autoridades húngaras y a
negarse a que se les tomasen las huellas digitales. Estas acusaciones se
hicieron en respuesta a la propuesta de Soros de que la UE debería acoger al
menos a un millón de “refugiados” cada año y dar 15.000 euros a cada uno. El
diputado aprovechó para señalar a varias ONG húngaras financiadas por Soros que
se emplean en obstaculizar el trabajo de las autoridades húngaras en relación
con los clandestinos.
El
millardario norteamericano respondió al primer ministro húngaro confirmando su
papel y su voluntad de derribar las fronteras. Para él, sus fundaciones
“filantrópicas” y sus millones de dólares defienden los “valores europeos” y no
son los “refugiados” los que plantean el problema, sino las fronteras de los
países europeos.
También
es característico que George Soros y sus amigos apoyen, como suele ocurrir en
la izquierda progresista, tanto la islamización de Europa como el programa del
lobby LGBT. La Open Society Foundation de Soros estaba muy activa, por ejemplo,
en Estonia cuando su parlamento debatía las uniones civiles y la adopción por
los homosexuales. El dinero de las fundaciones también fluyó para el triunfo
del matrimonio gay en Irlanda. Por otra parte, soros es acusado por sus
detractores y por Rusia de financier la revolución del Maidán en Ucrania.
En
cuanto a Hungría, el financiero estadounidense prometió hace mucho tiempo hacer
todo lo posible para derrocar a Viktor Orbán. Soros tenía gran influencia sobre
el expresidente Barack Obama, el cual demostraba públicamente su preocupación
por la democracia en Hungría. El encargado de negocios americano en Hungría
(los Estados Unidos se resistieron durante mucho tiempo a nombrar embajador en
Hungría), Andre Goodfriend, participó en las manifestaciones contra el proyecto
gubernamental húngaro para imponer una tasa a internet. Próximo al líder
socialista Ferenc Gyurcsany (convertido en rico oligarca en favor de la
transición a la economía de mercado y célebre por haber reconocido que había
mentido a sus electores), el mismo Goodfriend lanzó acusaciones de corrupción
sin fundamento contra políticos húngaros. A continuación, los USA anunciaron la
prohibición de entrada en territorio americano de seis altos funcionarios
húngaros designados como corruptos por el tal Goodfriend, presentado solamente
un documento sin sello ni firma para apoyar sus acusaciones, documento que
había salido de un informe de la organización Human Rights First, cuyo máximo
donante no es otro que… el financiero George Soros.
Lo
más inquietante es la actitud de los EE.UU. frente a las naciones europeas y
frente a la influencia de personajes como Soros sobre el gobierno
norteamericano, lo cual parece que no va a cambiar bajo un gobierno
republicano. En efecto, el senador republicano John McCain describía a Hungría
como “un país a punto de abandonar su soberanía en beneficio de un dictador
neofascista que se acuesta con Vladimir Putin”.
En
cualquier caso, parece que George Soros ha encontrado, por fin, el primer
obstáculo en su desmedido afán por manipular a las sociedades europeas. Este
obstáculo se lo ha encontrado en su propio país de origen y se la ha puesto el
primer ministro húngaro, Viktor Orbán. George Soros anunciaba que su Open
Society Foundations se retiraba de Hungría. Según declaró el presidente de la
fundación que Soros creó en 1993, Patrick Gaspard, el motivo es que “se ha
vuelto imposible proteger la seguridad de nuestras operaciones y de nuestro
personal en Hungría de las arbitrarias interferencias del gobierno”. Orbán ya
anunció en campaña electoral que plantaría cara al “Plan Soros”. Así es como
califica Orbán al “complot del millardario para introducir un millón de
refugiados en Europa cada año”. De hecho, Orbán ha puesto en marcha una
normativa para asegurar la transparencia en la financiación exterior de
fundaciones como la de George Soros, que se denomina simbólicamente “Stop
Soros”.