¿Europa puede escapar todavía a la «gran sustitución»?, por Jean-Yves Le Gallou


El fundamento étnico de la población europea

1) La población europea originaria ha permanecido bastante estable durante 5.000 años, sin cambios notables hasta mitad del siglo XX. Cuando el pueblo europeo originario comenzó su dispersión, salió de las estepas pónticas hacia el Este y Siberia, hacia el Sur, Persia y la India, y por supuesto, hacia el Oeste, es decir, hacia Europa. Los hombres y mujeres de la civilización de la cerámica cordada ocuparon progresivamente toda la Europa occidental. Una tierra vacía de hombres, a excepción de un pequeño número de cazadores-recolectores del neolítico a los se unieron los conquistadores indoeuropeos. Ellos son el fundamento étnico del pueblo europeo.

Este es también el origen de su civilización. De sus lenguas (eslavas, germánicas, célticas, románicas), todas ellas derivando de un origen común. De su vocabulario, de su sintaxis. Es también la fuente de una cosmogonía compartida. Y de una organización social estructurada en torno a la jerarquización y la distinción trifuncional de la soberanía (mágico-religiosa), de la defensa (exterior e interior) y de la producción y la reproducción. Y de una concepción del mundo fundada tanto sobre la representación y la encarnación como sobre el respeto a la mujer.

2) Para proteger este espacio los europeos deberán luchar contra el mundo exterior. Es la lucha de Occidente contra Oriente. Con la victoria de las libertades griegas frente al imperio persa. La victoria de la razón romana frente a la depredación cartaginesa. La victoria de los romanos y sus aliados germanos frente a las hordas de los hunos venidos desde Asia. Durante más de catorce siglos la cristiandad y el islam se enfrentarán en la Reconquista hispánica, en las Cruzadas y en la lucha contra el Gran Turco.

3) Pero estos incesantes conflictos no cambiarán la sustancia de la población europea. Lo que llamamos Grandes Invasiones ‒que ciertamente reforzaron la aportación germánica y nórdica en el centro y el sur de Europa, pero sin cambiar sustancialmente la esencia de la población europea. En el interior del espacio europeo el pueblo seguía siendo europeo. La Horda de Oro marco con su impronta a Rusia, pero los mongoles no dejaron ninguna traza en Europa occidental. Las conquistas árabes modificaron muy poco las poblaciones ribereñas del Mediterráneo.

4) En resumen, la población europea seguía siendo exclusivamente europea hasta 1960. A partir de entonces todo bascula. Los europeos se retiran de África y de Asia. Pero el mundo africano y musulmán comienza a emigrar hacia Europa. Serán las antiguas potencias coloniales las primeras afectadas: Francia, Gran Bretaña, Bélgica, Holanda, seguidas por Alemania y los países nórdicos, Escandinavia e Irlanda.

La Europa invadida: Europa del Oeste y del Norte

5) La inmigración es deseada por poderosas fuerzas económicas e ideológicas. El patronato empresarial siempre ha apoyado la inmigración, en la que ve un eficaz medio para la bajada de salarios. Por su parte, muchos inmigrantes esperan vivir mejor en los países europeos que en los suyos: encontrando empleo y accediendo a regímenes sociales generosos.

Estas lógicas económicas se sirven de la ideología dominante basada en los Derechos humanos. Cada individuo, venga de donde venga, y cualquiera que sea su nacionalidad, dispone de los mismos derechos. Todo hombre, independientemente de sus orígenes (nacionales, étnicos, culturales, religiosos, civilizacionales) es “sustituible” e “intercambiable”. Es lo que el escritor Renaud Camus denomina con el neologismo “sustituismo” (o “remplacismo”): la doxa de la Europa invadida se impone por la propaganda mediática y la tiranía de los jueces, bautizada como “Estado de Derecho”. El fondo de culpabilización se reenvía al pasado belicoso, colonial y esclavista de los europeos. Y todos aquellos que se oponen son demonizados.

Terroríficas consecuencias

6) El norte y el oeste de Europa son invadidos por una inmigración masiva venida de África y del mundo árabe-musulmán. En Francia, más del 20% de su población no tiene un origen étnico ni civilizacional europeo. Peor, el 38% de los recién nacidos no son de origen europeo, llegando al 70% en la región parisina.

En Gran Bretaña, el 9% de la población no ha nacido en un país europeo (cifra que no tiene en cuenta ni la segunda ni la tercera generación). Según el think-tank Migration Watch, la población británica aumentará en 10 millones durante los 25 próximos años gracias a los futuros migrantes y sus descendientes. Desde 2016, un musulmán, Sadik Khan, es alcalde de Londres, muy próximo a los fundamentalistas. Las bandas paquistaníes hacen reinar el terror en el noroeste de Inglaterra. John Enoch Powell lanzó un grito de alarma en su célebre discurso en Birmingham el 20 de abril de 1968, un discurso premonitorio que arruinó la carrera de este hombre político conservador tan brillante.

Alemania, por su parte, acogió, en 2015, a 1.500.000 inmigrantes. Dos años antes, Thilo Sarrazin, antiguo ministro de finanzas de Berlín y miembro dimitido del Budesbank, había publicado un libro-choque: “Alemania desaparece”. Thilo Sarrazin observaba que, desde 1960, los nacimientos de alemanes de origen habían disminuido un 70%. Paralelamente, el número de inmigrantes no había dejado de aumentar. En menos de 20 años, un tercio de los habitantes de Alemania descenderá de la inmigración.

Una situación similar encontramos en Bélgica y en Holanda. Como ejemplo, la población europea de origen ya es minoritaria en los dos grandes puertos de Europa, Anvers y Rotterdam. En Escandinavia la situación empeora: hace prácticamente 30 años no había inmigrantes en Suecia, hoy son el 25% de la población.

7) Actualmente, la “gran sustitución” está en curso en los países europeos ribereños del Mediterráneo y en los Balcanes. A excepción de Francia, los países mediterráneos (España, Italia, Grecia) fueron ajenos a la inmigración durante bastante tiempo, y ello por tres razones: eran países de emigración porque tenían abundante mano de obra, disponían de estructuras clánicas y familiares muy fuertes y cerradas, tenían Estados-providencia menos atractivos para los inmigrantes que los de los países más al norte.

8) Pero la presión migratoria se agravó bruscamente a partir de los años 2005/2010. Las guerras en Afganistán, en Irak, en Siria, en Libia, provocaron desplazamientos de población. Y, en defecto de sus países vecinos, Europa fue asaltada: desde Turquía hacia Grecia y los Balcanes, después desde Libia y Marruecos hacia Italia y España.

Estos asaltos han sido acompañados de una toma de conciencia en Italia y en España. En Italia la Liga va de éxito en éxito electoral desde que su líder Matteo Salvini se ha mostrado como un muro frente a la inmigración. En España, el partido nacionalista e identitario Vox ha emergido de la nada para enfrentarse al problema, lanzando su campaña desde Covadonga, donde los invasores musulmanes fueron detenidos en el año 722.

9) En los Balcanes (Serbia, Croacia, Bulgaria, Rumanía, Macedonia) también se siente la amenaza de la invasión migratoria, no tanto como países de acogida como países de tránsito. Con el riesgo de que una parte de los inmigrantes queden bloqueados dentro de su territorio.

La Europa del Este resiste a la invasión

10) En 2015, el primer ministro húngaro, Viktor Orbán, tomó una histórica decisión: bloquear su frontera con Serbia para marcar un punto de detención de la invasión migratoria. Una decisión que chocó con los principales dirigentes europeos. Y que no hacía sino aplicar los acuerdos de Schengen suprimiendo los controles entre las fronteras interiores de la UE, pero exigiendo a cada país el control de sus fronteras exteriores. Orbán ha reunido, en torno a esta política de cerramiento frente a la invasión migratoria, a los países de Europa central agrupados en el llamado Grupo de Visegrado (Hungría, Chequia, Eslovaquia y Polonia).  

11) Las razones son numerosas. Hasta 1989/1990, estos países estuvieron en la órbita del comunismo soviético. De ahí surge un fenómeno de glaciación económica y moral. Económica que se tradujo en un retraso de desarrollo, y que hizo que hoy todavía sus salarios sean más bajos porque el rendimiento también es más bajo, algo que los empresarios aprovechan para hacer un llamamiento a la mano de obra inmigrante. Moral por el repliegue sobre sus estructuras tradicionales (iglesia, familia, valores) para escapar de la influencia del sistema soviético, lo que propició ponerse al abrigo del individualismo capitalista y de los estragos de la sociedad liberal. Todo ello ha permitido el mantenimiento de la memoria histórica y cultural: una memoria marcada por dos siglos de lucha contra el invasor turco y varias décadas de resistencia frente al invasor soviético.

Pero otro fenómeno debe ser considerado: las élites de Europa del Este son mentalmente diferentes a las del Oeste. En el Oeste, las élites políticas y administrativas han sido deculturadas por el relativismo cultural y conquistadas por lo políticamente correcto. No quedan más que hombres y mujeres sin convicciones ni conocimientos. En el Este, las élites políticas todavía surgen de la selección postsoviética: hombres y mujeres que han conocido la adversidad, incluso la prisión con frecuencia. Y que hacen política por convicción.

12) Hay, por tanto, una formidable batalla ideológica y política en el interior de Europa. Entre las élites gubernamentales del Este y del Oeste. Entre las oligarquías del Este y del Oeste y los pueblos. De esta batalla depende el futuro de Europa.

¿Qué futuro para Europa: europea o sumergida?

13) He aquí las razones de nuestra inquietud:

La simple extrapolación de las cifras de nacimientos conduce a temer que, entre 2015 y 2040, más de la mitad de los nacimientos en la Europa invadida (norte y oeste de Europa) ya no serán de origen europeo. Por ello, no es solo la situación política lo preocupante, también lo es la demografía.

Los políticos que se alzan contra la inmigración son demonizados. La diabolización es una técnica incapacitante fundamental: hace imposible la descripción del fenómeno de la invasión migratoria en toda su amplitud; aísla a todos aquellos que sobrepasan sus límites, incluso se prohíbe su acceso a los medios, lo cual hace prácticamente imposible cualquier acción operativa contra la inmigración. Muchos partidos políticos nacionales e identitarios han sido víctimas de esta técnica, sufriendo un auténtico “cordón sanitario”, como sucede con el Front National. Y allí donde han podido influir en los gobiernos de sus respectivos países, sus resultados han sido demasiado modestos. Porque el conjunto del sistema cultural, mediático y judicial aboga por la Gran Sustitución étnica y civilizacional.

Preocupante, muy preocupante…

14) Hay razones, sin embargo, para ser moderadamente optimistas. Los partidos nacionalistas e identitarios en todos los países de Europa están en franca progresión electoral, aunque queda mucho para poder lograr mayorías decisivas. Además, tenemos a un hombre de Estado en Europa que tiene una visión completa de las claves y los desafíos futuros: es Viktor Orbán, cuya línea política es clara, la defensa de la identidad europea y cristiana.

Entonces, ¿Europa todavía puede seguir siendo europea? Un análisis frío no invita al optimismo: la curva demográfica europea, la extraordinaria fecundidad africana, el diferencial demográfico, la inconsciencia de los europeos, la dominación ideológica de las élites progresistas… pese a la creciente revuelta de los nacional-populistas europeos. Sin embargo, este frío análisis no debe hacernos olvidar que “la historia no está escrita de antemano”, siempre es inesperada, como decía Dominique Venner. Algo inesperado que puede hacer posible un cambio radical frente a la ideología dominante. Haciendo pasar al primer plano los derechos de los pueblos a su identidad y al último los derechos individuales del hombre. Reencontrando el orgullo y la memoria de ser europeos. Haciendo posible la remigración y la reconquista de su territorio por los europeos. ■ Fuente: Institut Iliade