«Usted pronuncia la palabra “democracia como si fuera
sagrada”. Parece, ciertamente, que los antidemócratas no sean humanos» Así
comienza nuestro encuentro con Aleksandr Duguin, el autoproclamado profeta de
Vladimir Putin, que sueña con un imperio eurasiático. Duguin no es el ideólogo
oficial de Putin. «Al menos, no literalmente», admite. «En estos momentos, no
ocupo ninguna posición oficial en los aparatos del Estado. No tengo línea
directa con Putin, pero tengo mis métodos para comunicarle mis reflexiones».
Sin embargo, la expresión “ideólogo de la casa” no es una
mala opción, estima Duguin. «Si comparáis mis teorías y mis escritos con su trabajo, únicamente puede concluirse que Putin ha seguido prácticamente todas
mis propuestas políticas. Ha estrechado los vínculos con Irán y Turquía, ha
anexionado Crimea, tal y como le recomendé hace años. Ha revalorizado las
normas y los valores tradicionales. Fundó la Unión eurasiática, que debe
constituir la base de un imperio eurasiático. Hace unos años, durante un debate
en Washington, el presentador me introdujo con los siguientes términos: «No
miréis la posición que ocupa el señor Duguin, mirad sus escritos y comparadlos
con los actos de Putin».
En Rusia, Duguin es, sobre todo, popular en ciertos círculos
militares, donde la lectura de su Cuarta Teoría Política es casi obligatoria
para los futuros oficiales. Esta teoría sucedería a las otras tres ideologías
políticas –el liberalismo, el comunismo y el fascismo– que habrían perdido su
legitimidad. La “4ª teoría política” debe combinar los elementos de las tres
teorías precedentes, aunque Duguin parece detestar especialmente la democracia
liberal. La “4ª teoría política” debe convertirse en la ideología dominante en
Eurasia, una alianza geopolítica entre Rusia y Europa que debe enfrentarse al
imperialismo americano.
Usted calificó la
investidura de Trump como «uno de los mejores momentos de mi vida». ¿Sigue
siendo su opinión?
¡No podía creer lo que veían mis ojos! Para mí, la elección
de Trump es la prueba de que el pueblo americano continúa estando vivo. Estoy
feliz por el advenimiento del “trumpismo”, incluso si es rehén del Deep State (Estado profundo). Hoy, Trump
parece prisionero de la camisa de fuerza impuesta por los globalistas
norteamericanos y, sin embargo, su elección fue una enorme bofetada para el
intervencionismo americano. Gracias a él, América ya no es el centro de la
globalización. Aunque no llegase a implementar más que una centésima parte de
lo que prometió, ello ya sería un increíble apoyo para el proyecto eurasiático.
¿Asistimos al fin del
liberalismo?
Ciertamente, todavía no ha llegado su fin, pero los aspectos
negativos del liberalismo se manifiestan cada vez más claramente. Es una
especie de fascismo liberal que considera menos humano a todo aquel que no
tenga un iPhone. La modernidad se ve como un objetivo final, mientras que para
los tradicionalistas no es más que una elección. Afortunadamente, cada vez más
personas comprenden que el liberalismo es fundamentalmente un error.
¿Cuál es el error del
liberalismo?
El liberalismo ha privado al hombre de toda forma de
identidad colectiva. La religión, los valores tradicionales, la jerarquía, la
conciencia nacional. Todo se convierte en opcional: se puede elegir la
religión, la nación, incluso el sexo.
Los transgéneros son,
no obstante, una realidad…
Al contrario, es pura ideología. El hombre inventa estos
conceptos y la realidad se adapta a los mismos. Los transgenderismo y el
hommosexualismo son una ideología política, son el último estadio del
liberalismo.
Pero la
homosexualidad existe, ¿no?
Es la propaganda política la que impone normas de forma
totalitaria a la sociedad.
En una democracia
liberal, nadie está obligado a ser homosexual, ¿no?
A partir del momento en que se autoriza cualquier cosa, la
norma cambia. En el fondo, las normas no son más que una suerte de esquema que
es necesario para sobrevivir, y si se tolera cualquier cosa, entonces surge
automáticamente una nueva norma. Si se autoriza la homosexualidad, se destruye
la sociedad heterosexual, porque se eleva al estatus de una identidad
colectiva. El objetivo último del liberalismo es eliminar a la humanidad: dar a
la gente la opción de vivir como un ciborg o como un animal.
Pero no hay nadie que
proponga eso sinceramente…
Debemos comprender que el liberalismo es un producto de la
modernidad. Conceptos tales como el racismo, el esclavismo y el totalitarismo
son conceptos europeos nacidos en la modernidad. Cuando el liberalismo todavía
era el adversario del comunismo y del fascismo, podía considerarse un sistema
antitotalitario. Pero, hoy, que ya no existen grandes enemigos ideológicos, el
liberalismo muestra su verdadero rostro. Ideólogos como Karl Popper y George
Soros dividen el mundo en dos grupos: las sociedades abiertas y las sociedades
cerradas. Igual que los comunistas dividían el mundo en capitalistas y
proletarios, y los nazis distinguían entre los arios y los no-arios, los
liberales dividen el mundo en progresistas –los buenos– y los conservadores
–los malos.
Pero en una
democracia liberal, los conservadores tienen el derecho a tener y defender las
ideas conservadoras…
En una democracia liberal, solo los liberal-conservadores
son bienvenidos. Aquellos que no lo son, inmediatamente son marginados y
criminalizados. Gente como yo, que preconizamos una democracia no-liberal,
somos inmediatamente tratados de fascistas o de estalinistas. Somos los nuevos
judíos y los obreros del Gulag. Vuestra sociedad abierta no acepta a los
partidarios de la sociedad cerrada.
Pero ¿no están
permitidos los partidos conservadores en las sociedades occidentales?
El debate es conducido únicamente por los partidarios del
liberalismo. Se puede ser liberal de derechas y liberal de izquierdas. Se puede
ser, incluso, liberal de extrema-derecha o liberal de extrema-izquierda. Pero
resulta imposible ser no-liberal.
¿Considera usted al
RN de Le Pen como un partido liberal?
El RN es un partido liberal de extrema-derecha, porque está
por la república y la democracia. Incluso si los medios lo demonizan porque no
es lo suficientemente liberal.
¿No es normal que los
adversarios políticos se critiquen entre ellos? El RN puede participar
libremente en las elecciones.
Pero sus partidarios son demonizados, son parias. Lo mismo
puede decirse con las personas que apoyan a Trump. Manifestar públicamente
haber votado a Trump puede ocasionarte graves problemas. En Rusia, sin embargo,
se puede ser perfectamente anti-Putin. Solo que apoyamos incondicionalmente a
Putin cuando se trata de enfrentarse con los problemas exteriores. Es una forma
de solidaridad rusa colectiva.
Según su
interpretación, ¿Eurasia es una democracia?
Usted pronuncia la palabra “democracia” como si fuera
sagrada. ¡Como si los antidemócratas no fueran humanos!
Es una simple
pregunta. ¿Su interpretación de Eurasia es democrática?
Ah, ¿y qué es democrático? Digámoslo así: en mi opinión,
Eurasia no debe ser no-democrática. La tasa democrática de Eusasia dependerá de
lo que decida la sociedad.
¿No es lógico que tal
decisión derive de un proceso democrático?
Considero que una sociedad debe poder decidir ser regida por
una monarquía o por un dictador. El resultado de tal decisión no debe, forzosamente,
ser una democracia. La única y auténtica decisión democrática en Rusia fue
tomada en la época del Zemski Sobor, la asamblea rusa que eligió al primer zar
de los Romanov en el siglo XVII.
¿Y qué pasa si la
sociedad cambia de opinión?
En tanto no haya una revolución es que existe un acuerdo
tácito que legitima el régimen. Los liberales quieren poner fin a la historia e
imponer su ideología a todo el mundo, mientras que la historia política está
abierta: la democracia no es un valor universal incontestable que el mundo
entero tenga que aceptar.
¿Cuál es su principal
crítica hacia Putin?
Personalmente, no estoy de acuerdo con todo lo que hace
Putin, pero esto no significa que no reconozca que es el único líder posible de
Rusia. El espíritu ruso funciona en varios niveles. Para nosotros, la
contradicción no es inaceptable.
Por ejemplo, le reprocho haber creado un sistema donde él es
el único individuo capaz de tomar una decisión. En sí mismo, este sistema es
mejor que el caos total, pero es inestable. Putin se comporta como si fuera
inmortal. Desgraciadamente, no lo es.
¿Usted se posiciona a
favor de una dinastía Putin?
Esto es imposible, porque para ello es necesario fundar las
instituciones necesarias y formular los principios de una visión de la
sociedad. Y él no lo ha hecho. El mayor problema de Putin es que no tiene
ideología. Es un líder genial que ha transformado un país que se disolvía en
una potencia soberana. Hoy, nadie puede decir lo que para él significan la
democracia, la tradición, la religión o la modernización.
¿Usted está conforme
con la política extranjera de Putin?
La encuentro generalmente equilibrada. Su mayor error es no
haber continuado con la liberación del este y el sur de Ucrania. Debería haber
penetrado mucho más lejos en Ucrania. Ya se sabía, de antemano, que Rusia sería
objeto de sanciones económicas. Hoy, estamos pagando un precio demasiado
elevado por un resultado relativamente limitado.
¿Ve algún posible
sucesor?
En el sistema de Putin, no hay lugar para un sucesor. Teme
nombrar a un heredero que sea tan fuerte como él, porque podría eclipsarle.
Ahora es imposible encontrar un dirigente mejor que él, pero es posible
encontrarlos mucho peores. Entre 2008 y 2012, Dmitri Medvedev prácticamente
destruyó el sistema. Es un riesgo que Putin manipula: si vosotros no me
apoyáis, colocaré al monstruo liberal en el trono y nuestra estrategia en
Oriente Medio se derribará. El problema es que Putin gravita sobre dos
sistemas: es tanto eurasista como liberal. En el paradigma económico, él
considera muy importante al liberalismo. Creo que debería dejar un testamento
donde explique sus ideas al posible heredero.
¿Desea que Putin
determine hasta qué punto Rusia puede ser occidental?
Debe traducir sus intuiciones individuales en una doctrina
destinada a garantizar el orden futuro. Putin no tiene ideología declarada y
ello se vuelve cada vez más problemático. Todo ruso siente que este enfoque
hiperindividual de Putin representa un riesgo enorme. La propaganda en la
televisión rusa cada vez es más estúpida, a veces incluso repugnante. Los
presentadores son una banda de liberales que se hacen pasar por conservadores por
consideraciones financieras. Es una especie de juego: si Putin cambia de
opinión, hay que cambiar toda la maquinaria propagandística. Invitan siempre a
los mismos idiotas norteamericanos y europeos para hacer creer que los
occidentales son estúpidos. Esto no es convincente: Occidente no es bueno, pero
debemos, al menos, tomarnos la molestia de estudiarlo.
Esta crítica, ¿vale
también para Russia Today y Sputnik?
Es diferente. RT y Sputnik hacen perfectamente su trabajo.
Promueven una alternativa a la agenda liberal globalista. Amplían la opinión
democrática. Se defienden únicamente de las agresiones de la sociedad moderna.
Occidente debería aceptar que la forma de la sociedad liberal es solamente
opcional.
¿No piensa que es
problemático que medios como Russia Today y Sputnik inventen noticias y sucesos?
Todos los medios mienten permanentemente. Todo son fake news. No pueden aproximarse a la
realidad de una manera neutra. La mente humana funciona siempre con información
procesada. Si alguien busca la verdad que se convierta en filósofo. El que
trabaja en un medio es, por definición, un mentiroso.
Los informadores mienten porque difunden una realidad
codificada por la sociedad, por los detentadores del poder que controlan los
medios. Antonio Gramsci diría: vosotros mentís porque habéis concluido un pacto
histórico con el capitalismo. Todo es ideológico, dice el marxismo, y la
ideología es una falsa conciencia: puro mensaje.
Es el paradigma de la realidad. Vivimos en una realidad
virtual de fake news. El periodismo
también es un producto típico de la modernidad. La verdad es difícil de
encontrar y para encontrarla debemos eliminar el periodismo.
Entonces, ¿usted
quiere suprimir el periodismo?
Hay sociedades sin periodismo que no son peores que la
sociedad occidental. Al mismo tiempo, reconozco que las mentiras pueden ser
difundidas de millones de formas distintas. Nosotros buscamos un poco de
seguridad, de tolerancia, de confort y, quizás, un poco de justicia social. El
liberalismo no se ocupa más que de la eficacia y la aceleración, no busca la
verdad.
Al autoritarismo
todavía le interesa mucho menos la verdad.
Al contrario, en el autoritarismo hay una opción. El
totalitarismo, la teocracia, la sociedad de castas: en los sistemas
autoritarios existe la opción entre varios mensajes, lo que es claramente más
agradable. En la democracia liberal, sólo hay un mensaje: la afirmación de que
la democracia es la menos mala de todas las formas de gobierno. El mal está,
sobre todo, en nosotros mismos. Ponemos demasiada esperanza y confianza en la tecnología
epistemológica. Por ejemplo, estoy muy preocupado con la confianza ciega de
nuestras sociedades en las redes sociales.
Pero usted es un
ferviente usuario de las redes sociales…
Intento transformar el veneno en remedio.
Rusia utiliza las
redes sociales para influir en las elecciones extranjeras…
Creo que nos sobreestimáis. Pero sí, Rusia intenta armarse
contra los ataques tecnológicos de Occidente, pero todavía no ha logrado nada.
En el fondo es una reacción a la guerra en redes norteamericana. Todavía
debemos tener un poco de paciencia. Nuestro ciberprograma todavía está
balbuceando y ya se nos acusa de haber pirateado unas cuantas elecciones. ■ Fuente: Revue Méthode